Mi suegra me cortó el cabello mientras dormía dos días antes de mi boda Quise vengarme e hice esto
La historia empieza abajo

Dos días antes de mi boda, me desperté y encontré trozos de pelo esparcidos por la almohada. Me escocía el cuero cabelludo y se me aceleró el corazón al mirarme en el espejo: mis largos rizos estaban destrozados.
No tardé mucho en averiguar quién lo había hecho. Mi suegra, impulsada por los celos y el rencor, se había colado en nuestra habitación en mitad de la noche y me había afeitado la cabeza mientras dormía.
¿Y qué fue lo peor? Estoy casi segura de que mi prometido la dejó entrar. Quería gritar, cancelarlo todo, pero en lugar de eso...
Sonreí y empecé a planear. Creían que me habían humillado, pero estaba a punto de poner su mundo patas arriba, empezando el mismo día de la boda.
Pelo por toda la almohada

Aquella mañana me desperté sobresaltada, con el corazón latiendo como un tambor. Me agarré con los dedos los mechones de pelo que me rodeaban.
Había mechones por todas partes: en la almohada, en las sábanas. Al principio no podía entenderlo.
El pánico se convirtió en una fría sensación de traición. Con la ira burbujeando bajo mi piel, me quedé allí sentada, incrédula, repitiendo la noche anterior.
¿Cómo podía alguien ser tan mezquino?
Cruel reflejo del espejo

Ahora, al mirarme al espejo, la realidad me golpeó como un camión. Algunos mechones de pelo sobresalían torpemente, mientras que otros estaban cortados hasta el cuero cabelludo.
Mis otrora majestuosos rizos habían desaparecido, dejando tras de sí un desastre que parecía imposible de arreglar.
Cada mechón desigual era como otra puñalada en el corazón. ¿Cómo pudo hacer esto? La ira hervía en mi interior, pero me sentía decidida, lista para enfrentarme a la bestia disfrazada de suegra.
Frente a la defensa de Dan

"¡Dan, explícame esto!" exigí, levantando un puñado de mi pelo cortado. Parecía un ciervo sorprendido por los faros. "Cariño, te juro..."
, empezó, pero no le dejé terminar. "¿La dejaste entrar?" Silencio. Empezó a tantear las palabras, a la defensiva en lugar de compasivo. "
Sabes que sólo estaba preocupada por los gastos de la boda y el estrés", logró, evitando mis ojos. "No me lo podía creer.
Todo lo que quería era la verdad, pero todo lo que obtuve fueron excusas.
El velo helado de la ira

Con la hueca defensa de Dan resonando en mi cabeza, la ira se transformó en una frialdad controlada. No iba a dejarlo pasar.
Sonriendo ligeramente, dije: "Dan, nuestra boda va según lo planeado. Pero recuerda, las acciones tienen consecuencias".
Pareció aliviado de que no la cancelara, pero poco sabía de lo que tenía en mente. Puede que subestimaran mi determinación, pero su locura pronto se convertiría en mi escenario, mi espectáculo.